AMOD10
:Sentimiento profundo e intenso de repulsa hacia alguien que provoca el deseo de producirle un daño o de que le ocurra alguna desgracia, pero siempre y cuando no sea algo grave, puesto que también existe un sentimiento de admiración.
¿Le odio? Qué buena pregunta. No. No le odio. No al menos en el sentido de la definición oficial. Pero sí le odio. Más bien le he odiado. Para ser exactos diecinueve años. Desde el primer minuto además. Fue verlo y ¡tachán! Odio concedido. Maldito enano. Y no es que tenga algo en contra de los enanos. Los que salen en el Lobo de Wall Street me gustan. Y el de Jackass también. Enanófobo no soy. Eso lo tengo claro. Ahora bien, este enano me ponía negro. Lo hacía todo bien. ¡¡¡Todo!!! ¿No es esa una razón más que suficiente para odiarlo? ¿Acaso las personas perfectas no son un poco odiosas? Ahora imaginad esa perfección durante diecinueve años. Era la peor persona del mundo. Fue y será. A decir verdad, no creo que pueda dejar de odiarle algún día. Al menos de un modo metafórico. Cualquier tiempo pasado fue odio. Él fue odio. Y en parte odio odiarle. La vida es una mierda. Pero es así. Viene como viene y no la puedes cambiar. Al igual que venía él, siempre, a joderme el día. A jodérnoslo, para ser más preciso. Era un sádico. Siempre de arriba para abajo. Pim Pam. De derecha a izquierda. Pim Pam. De izquierda a derecha. Pim Pam. Por arriba. Por abajo. Entre las piernas. En carrera. De falta. De penalti. Pim Pam. Con la izquierda. Con la derecha. Con la cabeza. Con el pecho. Con la mano. ¡Con la mano! Era un sinvergüenza. Ha hecho tanto daño durante tanto tiempo que tengo el cerebro lleno de jugadas y paredes y pases y regates y goles y celebraciones y trofeos y momentos y momentos y momentos en los que todo parecía que iba a ir bien, hasta que llegaba él y se acababa todo. Fue una tortura. Y a los torturadores se les odia. Hitler es odio. Los 40 Principales es odio. La persona que puso los pasos de cebra nada más salir de la rotonda, es odio. Y si en algún momento, por suerte, se me olvida algo, ahí está Youtube para recordármelo. Ahí está Twitter. O X, que quizá sea un mejor nombre, porque lo que hacía ese enano era puro placer. Oh sí. Un placer prohibido televisado sin censura. Sin rombos. Cómo aquel caño a Milner contra el City o el control contra Nigeria. El quiebro a Boateng y la picadita a Neuer. El sprint por la banda derecha contra el Athletic. La falta contra el Liverpool. O aquella pared con Iniesta dentro del área pequeña donde controla un balón con el exterior de su bota izquierda mientras le sale a cubrir el portero, y a treinta centímetros de él y a bote pronto, le pica el balón por encima y sin dejarla caer, la semi volea contra la portería para meter su cuarto gol del partido. Ese enano emanaba odio. Un odio hermoso.